La estación de Olarte formaba parte del ambicioso proyecto del ferrocarril del Oriente que pretendía llegar hasta los llanos orientales. Hacia el año 1935 se suspendieron las obras por la falta de apoyo gubernamental. Hoy es una casa abandonada y a punto de caerse.

Por: Carlos Acero Rincón

Muchas personas que han transitado por la vía de Usme hacia Sumapaz seguramente se han encontrado a la vera del camino con la vieja estación de Olarte. Para la mayoría es una vieja casona abandonada donde por algún tiempo se almacenan bultos de papa.

La estación de Olarte formó parte del proyecto ferroviario más ambicioso de la época, ya que su objetivo era llegar a los llanos orientales por allá en el año 1917. El proyecto denominado “Tranvía ferrocarril de Oriente” fue impulsado por don Francisco Olarte Camacho y su hermano Vicente.

En su primera etapa el tren llegó hasta la conocida hacienda Yomaza, en los terrenos de la famosa Marichuela (la mujer que le robó el corazón al virrey Solis). Eran unos 14 kilómetros entre la Plaza de Bolívar y lo que hoy es la localidad de Usme, los cuales ya eran realidad en el año 1927.

La idea había arrancado más de diez años atrás con el visto bueno de la Asamblea de Cundinamarca mediante la ordenanza 55 de 1917, que establecía dotar de una línea de ferrocarril a los barrios del sur de la ciudad y desde allí continuar hasta los límites con el río Meta, saliendo de Bogotá y pasando por las estaciones de Tunjuelo y La Picota para llegar a la estación de Yomaza.

Don Francisco Olarte y su hermano se tomaron en serio la iniciativa y en 1926 adquirieron los derechos de la empresa “Tranvía Municipal” con la intención de ejecutar la totalidad del proyecto. De hecho, la Asamblea de Cundinamarca le otorgó el contrato para construir el tramo hasta la población de Chipaque. Con el entusiasmo de estos visionarios ya en 1929, los rieles llegaron hasta la vereda La Requilina y de ahí se extendieron hasta lo que hoy es la vereda Olarte, un poco más arriba del pueblo de Usme. Incluso la estación fue bautizada con el nombre de Vicente Olarte Camacho (en honor al fundador de la empresa) alcanzando a funcionar algunos años, ya que su inauguración fue en 1931.

Según relata don Andrés Samper Gnecco en su libro “Cuando Bogotá tuvo tranvía” las obras del ferrocarril del Oriente se suspendieron inexplicablemente para lo cual anotó el siguiente párrafo: “En las vueltas y revueltas de Yomaza se deshicieron las locomotoras, los antiguos coches del tranvía de mulitas que le sirvieron de carros, el capital y la paciencia de los Olarte. La última máquina del ingenio dio el postrer bufido (ultimo resoplido) al borde de la represa de La Regadera”. El notabilísimo escritor Samper Gnecco se refería por supuesto a la estación de Olarte.

No se sabe exactamente la razón por la cual hasta ahí llegó esta iniciativa. De acuerdo con el líder comunitario e historiador Gerardo Santafe en su escrito “Usme y su Historia” fue hacia el año 1935 que no se volvió a ver el tren, más aún, por esa época levantaron los rieles que habían instalado y se los vendieron al ferrocarril del sur. Los hermanos Olarte se perdieron en el tiempo y también el ambicioso proyecto del ferrocarril del Oriente.

Una teoría es que el proyecto se hundió por el poco apoyo gubernamental. Recordemos que el tren pretendía llegar al Meta, pero en esa época el Meta era una intendencia del departamento de Boyacá. Según un artículo del archivo de Bogotá, publicado en la página web de la Secretaria General de la Alcaldía Mayor, los políticos boyacenses que ocupaban cargos importantes lo echaron a la basura con el argumento de que el tren no llegaba a sus tierras, lo que nos lleva a la conclusión que fue la miopía de los padres de la patria de ese entonces lo que echó al trasto semejante obra.

Hoy a pesar del paso de los años sigue en pie la vieja y desvencijada casona que recibía a los viajeros de paso que venían de las veredas de Usme hacia la capital pagando menos de un centavo por pasaje. De tiempo en tiempo se observan bultos de papa arrumados al pie de sus descoloridas paredes que esperan que antes de cumplir su centenario el gobierno local y distrital las declaré patrimonio histórico para que las nuevas generaciones sepan alguna vez de la visión futurista de los hermanos Olarte.